miércoles, 17 de abril de 2013

El Trastorno Obsesivo – Compulsivo


En la actualidad se considera que, aunque en la gran mayoría de los casos la persona lucha contra la obsesión o la compulsión, se producen numerosas excepciones, fundamentalmente por lo que respecta a las compulsiones. En este sentido, en los primeros estadios del trastorno la persona puede realizar agotadores esfuerzos de resistencia, pero después de fracasos repetidos a lo largo de un determinado período de tiempo comienza a dar muestras de cansancio, siendo frecuente que los pacientes con obsesionescompulsiones crónicas y de larga evolución muestren escasa o nula resistencia. El trastorno obsesivo – compulsivo se incluye dentro de los trastornos de ansiedad y se caracteriza por pensamientos intrusivos recurrentes y persistentes, que producen inquietud, temor o preocupación, y conductas repetitivas  dirigidas a reducir la ansiedad asociada.

Partiendo de lo que se contempla en los distintos sistemas de clasificación actuales, es posible entender las obsesiones como ideas, pensamientos, imágenes o impulsos persistentes que suelen experimentarse como invasores, carentes de sentido, y que la persona intenta suprimir o neutralizar. Por tanto, la obsesión no es voluntaria, sino que es vivenciada por el paciente como algo que invade su conciencia. La persona no desea que la obsesión aparezca, resistiéndose y tratando de luchar contra ella, hasta que en determinadas ocasiones llega a la extenuación. Además, el sujeto no contempla la obsesión como algo externo a él mismo, reconociendo que se trata de su propio pensamiento, lo que constituye una de las características más evidentes y que puede servir para distinguir las obsesiones de otros problemas como la inserción de pensamiento.
 Cuando se habla del trastorno obsesivo – compulsivo (TOC), generalmente se suele citar a Esquirol como un verdadero pionero en este campo, ya que, además de haber proporcionado el primer informe de caso sobre esta problemática, su concepto de monomanía incluye lo que actualmente se considera como trastorno obsesivo – compulsivo. Además de la aportación de Esquirol, la obra de Janet denominada “Las obsesiones y la psicastenia” supuso un hito fundamental para el estudio y la comprensión del TOC. Por otra parte, a lo largo del Siglo XX. se avanzó mucho en la comprensión de este intrigante trastorno, si bien es cierto que en la actualidad todavía siguen exisitendo numerosas cuestiones no resueltas al respecto.

 En cuanto a las compulsiones, en general se definen como conductas repetitivas, finalistas e intencionales que se efectúan como respuesta a una obsesión, de manera estereotipada o de acuerdo con determinadas reglas. La conducta no es en sí misma placentera ni da lugar a alguna actividad útil, sino que generalmente se plantea para prevenir un desastre o un daño. Sin embargo, no siempre existe una conexión lógica o realista entre la conducta y el peligro que se quiere conjurar, o dicha conexión puede resultar claramente excesiva. En algunos casos, la persona comienza a realizar una conducta compulsiva simplemente para resguardarse o protegerse de la ansiedad. La acción está precedida o acompañada por una sensación de urgencia compulsiva y, generalmente,  existe un deseo de resistirse a ella. De este modo, la persona reconoce la irracionalidad o la falta de sentido de la conducta y no obtiene placer alguno al realizarla; aunque, a corto plazo, puede proporcionar un alivio en el nivel de estrés o de la ansiedad. En efecto, el aspecto fundamental de las compulsiones es que la persona sienta una urgencia absoluta hacia la realización de una determinada conducta y, de hecho, la lleve a cabo a pesar de que pueda haber resistencia y a pesar también de que pueda reconocer que la conducta es irracional o excesiva. Por tanto la persona puede no estar nada feliz al tener que realizar la compulsión, pero se trata de una acción voluntaria que lleva a cabo como resultado de la urgencia compulsiva, no tratándose en absoluto de una conducta automática.
 
Por otra parte, a la hora de abordar el trastorno obsesivo – compulsivo, lo cierto es que no resulta nada fácil delimitar con claridad los aspectos característicos que definen el TOC. Una de las principales razones hay que buscarla en la situación misma de este trastorno dentro de la psicopatología. De hecho algunos autores, aún considerando adecuada su inclusión dentro de las neurosis, lo contemplan como la más marginal de éstas.
Como argumentos que hablan a favor de la cercanía del TOC con las psicosis se puede hacer referencia a los siguientes:
  • El hecho de que los psicopatólogos franceses hablaran de las obsesiones en términos de locura e incluso que actualmente se utilice la denominación de psicosis obsesiva para referirse a cuadros obsesivos especialmente graves.
  • Lo absurdas y carentes de sentido que resultan muchas percepciones obsesivas.
  • La génesis del propio trastorno, ya que en muchas ocasiones emerge de forma súbita e incomprensible.
  • La capacidad invasiva y destructiva del trastorno.
 En cuanto a los argumentos que marcan distancias entre el Trastorno obsesivo compulsivo y las psicosis, destacan los siguientes:
  • La conciencia de enfermedad que, aunque a veces sólo sea relativa, está siempre presente.
  • La carencia de intencionalidad exterior, es decir, de autorreferencia.
  • La ausencia de deterioro.
  • El hecho de que el obsesivo luche contra sus ideas, mientras que el esquizofrénico se identifica con ellas, luchando únicamente contra un exterior que le hostiga.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede afirmar que el carácter dimensional del trastorno lo acerca a las neurosis. Si bien la fijación al plano de la realidad y la conciencia de enfermedad, características de las neurosis, resultan cuestionables en las obsesiones, ya que por ejemplo un obsesivo puede verse a sí mismo como exageradamente limpio y escrupuloso, pero a la vez puede considerar irresponsable la conducta más laxa de otras personas. Además cabe añadir que, aunque se suele afirmar que las psicosis son más graves que las neurosis, en realidad algunos casos de TOC causan más problemas y resultan más incapacitantes que la esquizofrenia.
Atendiendo a la dificultad que entraña conjugar todas estas fronteras difusas, existen una serie de características propias del TOC que sirven para conceptualizar dicho trastorno. De esta manera, los principales psicólogos y psiquiatras que han hecho referencia a este padecimiento durante el Siglo XX han coincidido en señalar los siguientes criterios definicionales básicos del TOC:
  • La cualidad compulsiva de la experiencia.
  • El reconocimiento, en cierto grado, de la misma como irrelevante, absurda o sin sentido.
  • Que la experiencia sea en alguna medida resistida por la persona.
Por último y en referencia a los tipos que puede adoptar el trastorno obsesivo – compulsivo, las formas más comunes de presentación del TOC son las siguientes:
  • Lavadores y limpiadores,  que son sujetos que tienen ideas recurrentes de contaminación o contagio a través de determinados objetos o situaciones. Para hacer frente a dicos pensamientos suelen utilizar guantes o desinfectantes de manera excesiva. También es frecuente que laven y limpien sus manos de manera compulsiva.
  • Verificadores, que es la modalidad de TOC que se presenta en las personas que inspeccionan de manera excesiva con el propósito de evitar que ocurra una determinada catástrofe. Están obligados a comprobar constantemente los objetos y revisan cajones, puertas y aparatos eléctricos para asegurarse de que están cerrados, con seguro o apagados, Viven con temor excesivo e irracional de causar daños a sí mismos o a los demás a causa de una falta de control y verifican constantemente las cosas. Tienen una gran necesidad de doble o triple verificación por duda o responsabilidad patológica.
  • Verificadores somáticos e hipocondríacos, en los que se presentan intrusiones obsesivas persistentes en relación a la salud, es decir, un temor a desarrollar una enfermedad amenazante para la vida. Estos sujetos suelen verificar diversas funciones corporales, como la frecuencia cardíaca, ritmo de la respiración, temperatura corporal o diversos aspectos de su imagen corporal o anatómica.
  • Ordenadores, que se caracterizan por una excesiva exigencia en que las cosas  estén dispuestas de acuerdo con determinadas pautas rígidas, incluyendo distribuciones simétricas.
  • Atormentados y obsesivos puros, cuya principal característica es que experimentan pensamientos negativos reiterados. No obstante no presentan comportamientos compulsivos de tipo físico, sino únicamente procesos reiterativos de carácter mental.
  • Repetidores, que son aquellos individuos que se empeñan en la ejecución de acciones repetitivas.
  • Numerales, que se caracterizan por buscar un sentido especial a los números que les rodean. Estos sujetos suman, restan y cambian los números que se encuentran en su día a día hasta que obtienen números que les resultan significactivos.
  • Acumuladores, cuya característica principal es la colección de numerosos objetos insignificantes y de los que no pueden desprenderse.
  • Filosofales, que se definen en base a sus tendencias inciertas y metafísicas, de las que no pueden desprenderse.
  • Perfeccionistas, que se definen por su nivel de autoexigencia y autocrítica. Muestran una excesiva preocupación por detalles menores e irrelevantes y una tendencia a intentar realizar las tareas de manera perfecta.
  • Ritualizadores mentales, que acostumbran a apelar a pensamientos repetitivos, llamados compulsiones mentales, con la finalidad de contrarrestar su ansiedad provocadora de ideas o imágenes, que constituyen las obsesiones
  • Otros tipos de TOC son los que padecen los sujetos indecisos, pensadores mágicos y preguntadores compulsivos.
Direccion de la fuente:  http://www.clicpsicologos.com/blog/el-trastorno-obsesivo-compulsivo-toc/

martes, 16 de abril de 2013

Trastorno de personalidad

Los trastornos de personalidad son un conjunto de perturbaciones o anormalidades que se dan en las dimensiones emocionales, afectivas, motivacionales y de relación social de los individuos.


Trastorno de personalidad
Clasificación y recursos externos
CIAP-2 P80
MedlinePlus 000939
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Los trastornos de personalidad se incluyen como trastornos mentales del Eje II en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, y en la sección de trastornos mentales y del comportamiento en el manual CIE de la Organización Mundial de la Salud. Personalidad, que se define psicológicamente, como rasgos mentales y de comportamiento permanentes que distinguen a los seres humanos. Un trastorno de personalidad se define como experiencias y comportamientos que difieren de las normas sociales y expectativas. Las personas diagnosticadas con un trastorno de la personalidad pueden tener alteraciones en la cognición, emotividad, funcionamiento interpersonal o en el control de impulsos. En general, los trastornos de personalidad se diagnostican al 40-60% por ciento de los pacientes psiquiátricos, y representa el diagnóstico psiquiátrico más frecuente.4
Estos patrones de conducta son típicamente asociados con alteraciones sustanciales en algunas tendencias de comportamiento de un individuo, por lo general involucran varias áreas de la personalidad, y casi siempre se asocia con perturbaciones significativas en la esfera personal y social. Además, un trastorno de personalidad es inflexible y se extiende a muchas situaciones, debido en gran parte al hecho de que tales comportamientos anormales son egosintónicos, en el que los elementos de la conducta, pensamientos, impulsos, mecanismos y actitudes de una persona están de acuerdo con el Yo y con la totalidad de su personalidad; y por tanto, se percibe como adecuados por el afectado. Este comportamiento puede suponer estilos de afrontamiento desadaptativos, que pueden conducir a problemas personales y alteraciones tales como ansiedad extrema, angustia o depresión. La aparición de estos patrones de comportamiento por lo general se remontan al principio de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta y, en algunos casos, a la infancia.1
Debido a que la teoría y el diagnóstico de los trastornos de personalidad se derivan de las expectativas culturales dominantes, su validez es cuestionada por algunos expertos, sobre la base de su invariable subjetividad. Ellos argumentan que la teoría y el diagnóstico de los trastornos de la personalidad se basan estrictamente en consideraciones de tipo social, socio-políticas e incluso económicas.5 6 7 8

Índice

  • 1 Fundamentación
  • 2 Clasificación
    • 2.1 Lista de trastornos de personalidad definidos en el DSM
    • 2.2 Grupo A (trastornos raros o excéntricos)
    • 2.3 Grupo B (trastornos dramáticos, emocionales o erráticos)
    • 2.4 Grupo C (trastornos ansiosos o temerosos)
  • 3 Diagnóstico
    • 3.1 DSM-IV
    • 3.2 CIE-10
  • 4 Trastorno de personalidad versus personalidad sana
  • 5 Véase también
  • 6 Referencias
  • 7 Bibliografía
  • 8 Enlaces externos

Fundamentación

A diferencia de la dimensión cognitiva (percepciones, memoria, atención, inteligencia, creatividad, lenguaje), al hablar de personalidad se les da preferencia a los procesos emotivos y tendenciales del individuo, aunque los diferentes factores ejercen una influencia directa entre sí.
Los desajustes o trastornos son un producto de diferentes causas biológicas o medioambientales y, aunque haya que hacer clasificaciones según ciertas categorías comúnmente aceptadas, el diagnóstico debe hacerse de forma individual. Hay que tener presente que la misma causa puede tener síndromes diferentes y un síndrome determinado puede ser la manifestación de causas diversas, condicionada por la constitución biológica y el medio familiar, escolar y social en el que el individuo se encuentre.
Los obstáculos que impiden que una personalidad se desarrolle eficazmente se conocen con el nombre de frustración, y esta corresponde a las circunstancias que determinan que una necesidad o motivo fracasen en ser satisfechos. El estado emocional que acompaña a este hecho se denomina presión psicológica, tensión o ansiedad.
Los trastornos de personalidad hay que limitarlos, por tanto, a problemas emocionales, afectivos y sociales. Estos últimos sólo cuando haya evidencias de que fueron causados por perturbaciones emocionales o afectivas subyacentes, y no cuando son producidos por situaciones ambientales propiamente, aunque sea muy difícil separar en ocasiones el origen y las consecuencias de estos trastornos, que son, más bien, una red compleja en la que es difícil determinar las causas y los efectos.
Aunque no todos los trastornos de personalidad llevan a conductas de inadaptación social, hay una frecuencia de que las perturbaciones emocionales dan como consecuencia un desajuste social.

Clasificación

Los dos principales sistemas de clasificación, el CIE y el DSM, deliberadamente han fusionado sus diagnósticos hasta cierto punto, pero aún sigue habiendo diferencias. Por ejemplo, el CIE-10 no incluyen el trastorno narcisista de la personalidad como una categoría distinta, mientras que el DSM-IV no incluye la transformación persistente de la personalidad tras experiencia catastrófica o tras enfermedad psiquiátrica. El CIE-10 clasifica el trastorno esquizotípico de la personalidad del DSM-IV como una forma de esquizofrenia y no como un trastorno de la personalidad. El DSM-IV sitúa los trastornos de personalidad como entidades separadas de los trastornos mentales (Ejes), mientras que el CIE no utiliza un sistema multiaxial. El diagnóstico y agrupación de los trastornos de personalidad genera controversia y polémica, pues no están bien definidos los criterios para diferenciarlos de otros trastornos mentales o distinguir las categorías particulares de trastornos de la personalidad unas de otras.9

Lista de trastornos de personalidad definidos en el DSM

El DSM-IV-TR (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos) menciona diez trastornos de personalidad, los cuales se agrupan en tres grupos:10

Grupo A (trastornos raros o excéntricos)

Este grupo de trastornos se caracteriza por un patrón penetrante de cognición (por ej. sospecha), expresión (por ej. lenguaje extraño) y relación con otros (por ej. aislamiento) anormales.

Grupo B (trastornos dramáticos, emocionales o erráticos)

Estos trastornos se caracterizan por un patrón penetrante de violación de las normas sociales (por ej. comportamiento criminal), comportamiento impulsivo, emotividad excesiva y grandiosidad. Presenta con frecuencia acting-out (exteriorización de sus rasgos), llevando a rabietas, comportamiento auto-abusivo y arranques de rabia.

Grupo C (trastornos ansiosos o temerosos)

Este grupo se caracteriza por un patrón penetrante de temores anormales, incluyendo relaciones sociales, separación y necesidad de control.

Diagnóstico

DSM-IV

El DSM-IV enumera los criterios diagnósticos generales que debe cumplir un trastorno de la personalidad, además de los criterios específicos para cada trastorno de la personalidad en particular:
  • A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:
  1. Cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos).
  2. Afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
  3. Actividad interpersonal.
  4. Control de los impulsos.
  • B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.
  • C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
  • D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.
  • E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.
  • F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).11

CIE-10

El CIE-10 introduce los diagnósticos específicos de cada trastorno de personalidad con unos criterios de referencia generales que son similares:
  • Pautas para el diagnóstico:
Se requiere la presencia de una alteración de la personalidad no directamente atribuible a una lesión o enfermedad cerebral importante, o a otros trastornos psiquiátricos, que reúna las siguientes pautas:
  1. Actitudes y comportamiento marcadamente faltos de armonía, que afectan por lo general a varios aspectos de la personalidad, por ejemplo, a la afectividad, a la excitabilidad, al control de los impulsos, a las formas de percibir y de pensar y al estilo de relacionarse con los demás.
  2. La forma de comportamiento anormal es duradera, de larga evolución y no se limita a episodios concretos de enfermedad mental.
  3. La forma de comportamiento anormal es generalizada y claramente desadaptativa para un conjunto amplio de situaciones individuales y sociales.
  4. Las manifestaciones anteriores aparecen siempre durante la infancia o la adolescencia y persisten en la madurez.
  5. El trastorno conlleva un considerable malestar personal, aunque éste puede también aparecer sólo en etapas avanzadas de su evolución.
  6. El trastorno se acompaña, por lo general aunque no siempre, de un deterioro significativo del rendimiento profesional y social. Para diagnosticar la mayoría de los tipos citados más abajo, se requiere a menudo la presencia de al menos tres de los rasgos o formas de comportamiento que aparecen en su descripción.12
Para diagnosticar la mayoría de los trastornos de personalidad, se requiere la presencia de al menos tres de los rasgos o formas de comportamiento que aparecen en cada descripción. El CIE añade que para las diferentes culturas puede sea necesario desarrollar un conjunto específico de criterios que tenga en consideración las normas, reglas y obligaciones sociales de cada región o cultura.13

Trastorno de personalidad versus personalidad sana

Un trastorno de personalidad es un modo patológico de ser y comportarse que:
  • Es omnipresente: se pone de manifiesto en la mayor parte de las situaciones y contextos, y abarca un amplio rango de comportamientos, sentimientos y experiencias.
  • No es producto de una situación o acontecimiento vital concreto, sino que abarca la mayor parte del ciclo vital del individuo.
  • Es inflexible, rígido.
  • Dificulta la adquisición de nuevas habilidades y comportamientos, especialmente en el ámbito de las relaciones sociales: perjudica el desarrollo del individuo.
  • Hace al individuo frágil y vulnerable antes situaciones nuevas que requieren cambios.
  • No se ajusta a lo que cabría esperar para ese individuo, teniendo en cuenta su contexto sociocultural.
  • Produce malestar y sufrimiento al individuo o a quienes le rodean: provoca interferencias en diversos ámbitos (social, familiar, laboral, etc.)
  • El malestar es más bien consecuencia de la no aceptación por parte de los demás del modo de ser del individuo más que una característica intrínseca del trastorno: en general suelen ser egosintónicos (de acuerdo con el Yo).
  • Por lo antedicho, la conciencia de enfermedad o anomalía es escasa o inexistente.14
En cambio una personalidad sana responde a las siguientes características:
  • Adaptativa.
  • Flexible.
  • Funcionamiento autónomo y competente en diferentes áreas de la vida.
  • Habilidad para establecer relaciones interpersonales satisfactorias.
  • Capacidad para conseguir metas propias, con el consiguiente sentimiento de satisfacción subjetiva.

Véase también

Referencias

  1. a b Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders
  2. Berrios, G E (1993). «European views on personality disorders: a conceptual history». Comprehensive Psychiatry 34 (1):  pp. 14–30. doi:10.1016/0010-440X(93)90031-X. PMID 8425387.
  3. Millon, Theodore; Roger D. Davis (1996). Disorders of Personality: DSM-IV and Beyond. New York: John Wiley & Sons, Inc. p. 226. ISBN 0-471-01186-x.
  4. Smelser, N. J., & Baltes, P. B. (2001). Personality Disorders. International encyclopedia of the social & behavioral sciences (pp. 11301-11308). Amsterdam: Elsevier. http://www.sciencedirect.com.myaccess.library.utoronto.ca/science/article/pii/B0080430767037633
  5. Nancy McWilliams (29 de julio de 2011). Psychoanalytic Diagnosis, Second Edition: Understanding Personality Structure in the Clinical Process. Guilford Press. pp. 196. ISBN 978-1-60918-494-0. Consultado el 2 de diciembre de 2011.
  6. Personality Disorders Are Not Illnesses (Philip Hickey PhD)
  7. A Giant Step Backward for Introverts (Nancy Ancowitz)
  8. The National Psychologist (Susan Bowman, 2006)
  9. Widiger, T.A. Personality disorder diagnosis World Psychiatry. 2003 October; 2(3): 131–135. PMCID: PMC1525106
  10. Criterios diagnósticos generales para un Trastorno de la personalidad
  11. http://www.psicomed.net/dsmiv/dsmiv16.html#f60 Criterios diagnósticos generales para un Trastorno de la personalidad. DSM-IV
  12. http://www.psicomed.net/cie_10/cie10_F60.html Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto. CIE-10
  13. http://apps.who.int/classifications/icd10/browse/2010/en CIE-10
  14. Belloch Fuster y Fernández–Álvarez, (2010). Tratado de trastornos de la personalidad. editorial síntesis. ISBN 9788499585086.

Bibliografía

  • López-Ibor Aliño, Juan J. & Valdés Miyar, Manuel (dir.) (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto revisado. Barcelona: Editorial Masson. ISBN 978-84-458-1087-3.
  • Millon, Theodore & Davis, Roger D. Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Primera edición 1998. Reimpresiones 1999 (2), 2000, 2003, 2004. Barcelona: Editorial Masson. ISBN 978-84-458-0518-3.
  • – & Grossman, Seth & Millon, Carrie & Meagher, Sarah & Ramnath, Rowena. Trastornos de la personalidad en de la vida moderna. Primera edición 2001, segunda edición 2006. Barcelona: Editorial Masson & Elsevier. ISBN 978-84-458-1538-0.

Enlaces externos


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